¿Estás por viajar a La Habana?. Esta ciudad que genera amores y odios es una de nuestras favoritas. Te vamos a contar cómo la caminamos para que te sirva para organizar tu viaje y así intentar que la quieras tanto como nosotros. Al final del post te facilitamos una serie de consejos útiles sobre traslados, alojamiento y actividades que hacer en La Habana.
Muchos lugares en los que hemos estado nos generan nostalgia al recordarlos, pero si hay un país que nos hace sentir algo muy profundo, que va incluso más allá de la melancolía, ése es Cuba.
Posiblemente el hecho que ese viaje haya sido una especie de bautismo mochilero para nosotros, ha influido en nuestro sentimiento, pero dudo que demasiado. Pensar así sería restarle méritos a este país, cuando en realidad sabemos que si ahora fuéramos otra vez a la isla bella, las impresiones serían prácticamente las mismas, y la empezaríamos a extrañar antes de volver a abandonarla. Así es Cuba.
Hace poco vimos la película «7 días en La Habana», y si bien no nos maravilló como la mayoría de películas cubanas que vimos (ésta de hecho es una producción cubana, española y francesa), sirvió para sensibilizarnos nuevamente. No se trata de una película particularmente emotiva, pero cuando se mete el dedo en la llaga, ocurren estas cosas.
Ver imágenes de esta ciudad nos hizo recordar detalles que teníamos dormidos y el deseo de volver a caminar por sus calles volvió a apoderarse de nosotros.
La capital cubana es una ciudad que sorprende a cualquiera.
Son de esos sitios que se aman o se odian, pero no hay chance alguna que te dejen indiferente. Voy a decir la que para mi es la clave al viajar a La Habana: el amor a la Habana es directamente proporcional al tiempo que uno le dedique.
Más la vivís, más la querés, y más la vas a extrañar cuanto tengas que dejarla. Y creeme que sé de lo que hablo.
Mi argumento podría servir para explicar algunas opiniones negativas que uno puede escuchar del turismo de masas que visita el país en paquete organizado (dedicándole uno, o cuanto mucho dos días a la capital). La encuentran fea, sin atractivos, insegura y si les preguntas, te afirman con certeza que no volverían. Y yo sólo atino a mirarlos incrédula. ¡Lo que daríamos por repetir aquellos días en la Habana!.
¿Qué le viste a la Habana?, preguntan los que no comparten nuestra mirada.
Siempre dudamos. Se nos complica la respuesta. Decir «todo», puede sonar superfluo.
Me gustaría responder «¿qué no le viste a la Habana, como para no haberte fascinado por ella?», pero me abstengo.
Pienso un poco y encuentro «LA» palabra: autenticidad. La Habana es muchas cosas, buenas y malas, pero ante todo, es una ciudad auténtica. No finje ser bella, ni se arregla para las fotos. Simplemente es natural, sin maquillaje (como quizás ocurre en otras ciudades como Cartagena de Indias).
Combina edificaciones coloniales bien mantenidas, con estructuras que parecieran tan inestables como una pirámide de naipes. Los vehículos antiguos de los años 50 que abundan en las calles y que cuesta creer que aún se mantengan funcionando en ese estado, no son propiedad de coleccionistas adinerados sino que son producto de la necesidad de un pueblo por desplazarse. Si no es posible acceder a autos nuevos, hay que usar los autos viejos, y si uno está dentro del grupo que tiene la suerte de tener uno, hay que cuidarlo y repararlo para que siga funcionando como sea, porque es lo que hay. Lo único que hay.
Los cubanos en estas cuestiones son admirables, dándose maña para todo. Eso explica que vehículos destartalados que en cualquier otro país estarían en algún desarmadero o serían propiedad de coleccionistas, acá funcionen como si nada. Son auténticas reliquias donde el pasado sigue siendo el presente.
Si uno pudiera colocarse unos lentes que nos permitan ver la vida sólo en blanco y negro o en sepia y saliéramos a caminar por La Habana, sentiríamos seguramente que estamos en otra época, como si hubiésemos retrocedido en una máquina del tiempo, mientras el mundo sigue sumergido en una globalización sin rumbo que se recicla a pasos agigantados.
Pero si hay algo que caracteriza a la isla en general, es el caracter alegre de su gente.
Los cubanos son realmente gente especial que han vivido muchas experiencias, principalmente los de edad más avanzada, y resulta muy bueno escucharlos con atención para hacernos una idea de este país tan controvertido desde diferentes ópticas. Y sobre todo, de primera mano, para no dejarnos influenciar solamente por las imágenes que nos quieren vender los medios masivos de comunicación.
La gente que conocimos es uno de los mejores recuerdos que nos trajimos de la isla.
Por supuesto que en los sitios turísticos hay jineteros que están a la espera de timar de diversas formas al turista y para esto despliegan toda su simpatía. Simplemente hay que ser precavidos y estar atentos para no caer en sus cuentos. Pero no debemos generalizar porque la gran mayoría de los cubanos no son así y son gente muy entrañable.
Debo confesar que tengo una especie de debilidad por los balcones, de cualquier forma, estilo y color. No importa si son muy señoriales o están a punto de derrumbarse dando muestra de los años que cargan encima. Siempre miro balcones y ventanas. Por alguna razón me atraen y esto en las ciudades coloniales se potencia. Y mirándolos en la Habana, descubrí mucha gente observando desde lo alto el transcurrir de la vida cotidiana en las calles habaneras.
Y claro, seguramente hay mucho para mirar, ya que una gran parte de la vida en esta ciudad, transcurre en la calle.
Caminando los barrios de la Habana
Si bien la ciudad es extensa, los viajeros por lo general nos movemos dentro de tres barrios: Habana Vieja, Centro Habana y Vedado, cada uno con su estilo propio.
La Ciudad Vieja de La Habana fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1982, y razones para esa distinción no faltaban.
El barrio es una sucesión de casas coloniales, muchas de las cuales están siendo reparadas, con varias plazas que datan del siglo XVI e iglesias que forman en conjunto un ambiente con mucho encanto (podés leer más de la Habana Vieja acá).
Es la zona más «pintoresca» de la ciudad, y por ende, donde se ven la mayor cantidad de turistas durante el día.
En Centro Habana encontramos la Cuba «sin reparar».
Una versión más auténtica y real, en donde muchos edificios están en mal estado de conservación, algunos incluso con peligro de derrumbe. Las calles en esta zona no se caracterizan por su limpieza como en la Habana Vieja.
Este barrio tiene dos sitios bien turísticos: el Paseo del Prado (o paseo Marti), y el Capitolio Nacional, cubierto de mármol y muy similar al que se encuentra en Estados Unidos.
En Centro Habana también encontramos el Barrio Chino. Esta zona, según lo que nos indicaron los mismos cubanos, puede ser más conflictiva a altas horas de la noche.
De todas formas, en este punto vale aclarar que Cuba tiene una seguridad envidiable respecto de cualquier otro país de Latinoamérica y de muchos del mundo. En ningún otro país latino uno puede caminar con la tranquilidad que camina por las ciudades y pueblos cubanos.
En Centro Habana nos acercaremos más a la vida cotidiana de los cubanos, a una Habana más realista, y para mi es imprescindible recorrerla.
La zona turística en la cual se concentran los hoteles de más nivel y los restaurantes se llama Vedado. En este barrio se alojan la mayoría de los turistas.
La calle principal del barrio es la calle 23, conocida como La Rampa, que desemboca en el malecón.
Antes de la revolución, esta era la zona elegida por la mafia y los yanquis que venían en masa a la isla en busca de saciar sus vicios, escapando así de la famosa Ley Seca. Alcohol, drogas, prostitución y juegos de azar eran palabras cotidianas en aquella época por estos lugares, y las fiestas decadentes se extendían hasta altas horas de la noche.
Una buena idea en Vedado, para los que disfrutamos de caminar, es ir hasta alguna de las lindas y arboladas Avenida Paseo o la Avenida de los Presidentes, y de ahí encarar hacia la Plaza de la Revolución.
Por el camino se ve una Habana diferente, hasta finalmente llegar a la famosa plaza, en cuyo centro se encuentra un Memorial a José Martí, y en uno de los lados, la clásica imagen del Ministerio del Interior con el mural del Che.
Pero si hay algo que tienen en común los tres barrios, y que posiblemente es lo más fotografiado de la Habana, es el Malecón, que se extiende a lo largo de 8 km.
Lugar de encuentro de parejas, familias y amigos, que al caer la tarde se sientan en sus murallones a conversar, pescar o incluso a aliviar un poco el calor dándose un fresco chapuzón.
Y definitivamente no hay nada más lindo en la Habana, que caminar por su malecón al atardecer, mientras las olas rompen y de vez en cuando nos salpican la cara… o incluso nos empapan si nos encuentran desprevenidos…
Siempre recordamos nuestro paso por Cuba con nostalgia, y cuando vemos una película, por más buena o mala que sea, nos alegran esos detalles que nos trae a la memoria que con el paso del tiempo habíamos olvidado.
Su música, su cultura, la trova, los paisajes y sobre todo, su pueblo alegre y luchador, son para tenerlos siempre presente. Aquellos días en la Habana, una cubana que conocimos nos dijo algo tan duro y sencillo a la vez, que quedó para siempre en nuestra memoria:
Los cubanos somos como los delfines. Aunque tengamos el agua al cuello, seguimos sonriendo
INFORMACION ÚTIL Y CONSEJOS PARA VIAJAR A LA HABANA, CUBA
* Cuándo ir?: la mejor época es de diciembre a mayo, ya que los meses siguientes hace mucho calor y luego ya comienza la temporada de huracanes.
* Dinero: En Cuba se manejan dos monedas: el peso cubano (CUP) o moneda nacional (MN), que es la moneda en la cual cobran y se manejan los cubanos y el peso convertible (CUC), que vale casi como el dólar, que es el que utilizan los turistas. La relación entre CUC y CUP es aproximadamente 1CUC=25CUP, y logicamente, todo lo que está en CUC, es más caro, porque es «para el turismo». El dinero se cambia en las casa de cambio, llamadas Cadecas, y conviene llevar euros en vez de dólares.
* Transporte y traslados: para movilizarse dentro de la Habana, están las guaguas (nuestros colectivos), los taxis compartidos, los bicitaxis y los cocotaxis (caros, para turistas). Nosotros hicimos todo caminando, que consideramos es lo mejor. Sólo tomamos taxi desde el aeropuerto en el primer viaje porque era de noche, y en nuestra segunda visita lo hicimos en guagua. Si son sólo una o dos personas viajando, conviene reservar este traslado desde el aeropuerto al hotel. Si en tu viaje tenés que unir la Habana con Varadero, fijate acá.
* Dónde dormir en La Habana?: Hay muchos hoteles, sobre todo en Vedado. Muchos turistas que viajan con tour se alojan en esta zona en el Habana Libre De todas formas, considerando lo que cuesta, preferiría alojarme en el gran Hotel Nacional, un clásico de la historia cubana. Nosotros nos alojamos una sola vez en hotel, en el Vedado o St John que es uno de lo más baratos y mejor ubicados. El resto de las veces que visitamos la Habana dormimos en casas particulares, y es lo mejor porque estamos colaborando de manera directa con una familia cubana. Hay muchas en todos los barrios que mencionamos, y las más baratas están en Centro Habana. Nosotros fuimos y buscamos ahí mismo.
* Actividades en la Habana: Lo mejor para mi es caminar por tu cuenta por cada barrio. Muchos turistas deciden visitar el famoso Cabaret Tropicana o hacer un recorrido en coche antiguo. Si te gustan los tours donde te explican un poco más de la historia y las costumbres, éste lo recomiendan mucho y lo bueno es que es privado.
* Precauciones: en los puntos más turísticos hay que estar atentos a los jineteros, que seguramente se nos van a acercar con el fin de vendernos habanos o ron de dudosa calidad, o nos van a decir que conocen un buen lugar para comer, o que en determinado bar hay un show de salsa. No hay que aceptar, porque sea donde sea que nos lleven, ellos tienen comisión, con lo cual pagaremos mucho más caro. La ciudad es segura (hay que tener sentido común como en todos lados), pero si se alojan en hoteles, tengan cuidado en no dejar dinero u objetos de valor en la habitación.